sábado, 13 de febrero de 2010

SAN VALENTÍN



Me he empeñado una y otra vez, en recordarme durante las últimas fechas, que San Valentín no era más que otro día, que no se volvería a convertir en ese día que tanta ilusión me hacía, que como miles de españoles me entraba la fiebre consumista, y me recorría ciento de tiendas para ver, con que sorprender, con que nueva experiencia demostrar los años, demostrar un amor tan verdadero, como el que he intentado demostrar el resto de los 364 días del año.

Una y otra vez, he buscado en los recuerdos, he buscado en aquellos pequeños recovecos de mi corazón para intentar convencerme a mi mismo, que no debía a sufrir en tales fechas como en el pasado, que no tenía porque martirizarme en unas fechas que en su momento fueron tan significativas, tan especiales, tan divinas.

Pero más allá de todo esto, hoy me doy cuenta, de que el amor, no es algo sólo de un día, no tengo porque hacer una desmesurada presentación del mismo en forma de regalos, intentando demostrar algo, que queda implícito a diario, en miradas, en besos, o en pequeños abrazos, que duran segundos pero se convierten interminables en aquellas áreas del cerebro que hablan de amor, de ese amor, que de distinta manera se puede ofrecer, porque siempre hablamos de un amor hacia una pareja, pero porque no podemos estar enamorados de unos padres, que han dado todo lo que tenían, para que días como hoy, puedas decirles que les quieres; o tus hermanos, esos que cuando nadie me escuchaba, y miraba al vacío en los momentos más dificultosos de mi vida, han estado para darme esas palmadita en la espalda, más esos alientos de ánimos que hacen que te levantes y no mires atrás, resarciéndote de todo lo poco bueno que durante los últimos meses se ha vivido; y que os cuento del amor hacia tu sobrinos (como es mi caso), ese amor de bandera, esa mirada cómplice de quien entiende que pese a su poca edad que estás mal, e intenta convencerte con una sonrisa, que ese mundo que dejaste hace tanto tiempo está tan cercano, o la propia imagen tuya, reflejada en tu sobrino mayor, viendo como el tiempo pasa, y aunque la distancia es cada vez mayor, no se olvida de todo lo que has compartido con él, lo que has luchado por él, y las muestras de afecto y cariño cuando llorando en tu hombre se refugiaba como lo que es, un niño.

Por todo esto, en vísperas de San Valentín, me doy cuenta, que en un trozo de mi, quiero seguir convirtiéndolo este día en algo tan mío como había sido hasta hace poco tiempo, en algo especial, en algo, tan bonito como compartir con la persona que te gusta, una simple botella de vino, mirándonos a los ojos, y recordando los breves pero grandes momentos compartidos, sin que nada ni nadie pueda evitar que el amor de verdad es tan simple como incluso estando solos, cerrando nuestros ojos poder soñar, con aquellas personas, que nos quieren de verdad.


¡FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN!